Cuando se es propietario de un animal, hay que estar atento al menor desajuste o síntoma de enfermedad. En el caso de la iguana, se ha de observar si está decaída, deja de comer o se comporta con anormalidad. Asimismo, hay que tener en cuenta su ritmo de respiración, si tiene mucosidades alrededor de la boca o de la nariz, si expira aire de forma ruidosa o con dificultad, o si sus ojos no están abiertos y limpios. También es importante comprobar que sus excrementos son normales. Si algo de esto ocurre, es preciso que el animal sea atendido inmediatamente por el veterinario.
Quemaduras y parásitos
Por descuido, la iguana puede ser víctima de pequeñas quemaduras provocadas por una aproximación excesiva a una fuente de calor, como la piedra calefactora. Si la quemadura es leve, no será necesario acudir al especialista.
Los parásitos, según su ubicación, pueden ser internos o externos. Los primeros aparecen por una mala alimentación y, aunque no son peligrosos, pueden provocar falta de apetito y la consiguiente pérdida de peso. Sin embargo, los parásitos más dañinos y molestos son los externos. En la mayor parte de las ocasiones son ácaros de unos seis milímetros, redondos y alargados, aunque también existen otros de pequeño tamaño localizados en boca y ojos. El tratamiento más común para eliminarlos se realiza con productos acaricidas, que no son nocivos para el animal.
Infecciones en la piel
Las infecciones cutáneas se producen a causa de humedad excesiva o falta de higiene. Para mejorarlas es conveniente usar algún producto médico. Si la infección continúa o se extiende, hay que acudir al especialista. Evitar estas afecciones resulta tan sencillo como mejorar las condiciones de limpieza de la mascota, lavándole cuidadosamente las zonas resentidas, y fomentar un ambiente más seco en su terrario.
En ocasiones, las iguanas padecen un cierto engreimiento de la piel que se inicia en la cola o las patas y que luego se desarrolla por el resto del cuerpo del reptil. Se trata de una enfermedad muy contagiosa, por lo que es aconsejable aislar a la iguana. En algunos casos es mortal, ya que ningún tratamiento ha sido totalmente efectivo.
Desajustes nutricionales
Uno de los desórdenes nutricionales más comunes entre estos animales es la escasez de calcio. Se trata de una enfermedad metabólica provocada por una mala absorción de éste. Su síntoma más usual en iguanas jóvenes es la inflamación de las patas traseras y de la mandíbula inferior. Se observa a simple vista, por la tirantez de ambas partes de su cuerpo.
En los ejemplares adultos se pueden dar casos de osteoporosis y osteodistrofia. En el primero de ellos, los reptiles parecerán hinchados y sus huesos tenderán a fracturase. En el segundo, lo que se inflamará serán las patas traseras. Por ello, para mejorar el estado de la iguana hay que añadir a su dieta suplementos de calcio combinados y equilibrados con aportes extra de fósforo. Si la dolencia persiste, se ha de buscar asistencia veterinaria.
También es posible que la mascota tenga carencia de vitamina B. En este caso, sus miembros posteriores y cola quedarán paralizados. Aunque este componente vitamínico se puede administrar por vía oral sin necesidad de ir al especialista, la solución más rápida para la curación del reptil es que sea el propio veterinario quien inyecte la cantidad necesaria de vitamina en cada caso. En cuanto a los desórdenes nutricionales, se suelen manifestar en las deposiciones del animal. Éstas serán, líquidas o, incluso, sanguinolientas. Si se mejora la higiene de la comida y del terrario, la iguana sanará. De lo contrario, se deberá consultar al especialista.
Infecciones respiratorias
Las infecciones respiratorias se producen cuando el reptil está expuesto durante largo tiempo a temperaturas muy bajas. Algunos de sus síntomas son: abundante mucosidad, ojos cerrados, dificultades respiratorias, etc. Esta enfermedad puede resultar mortal para la iguana, por lo que se hace obligatorio tanto tomar una serie de precauciones para evitar su contagio, como acudir a un veterinario en caso de ser contraída.
Es importante aumentar la temperatura del hogar de la iguana y mejorar sus condiciones de vida, así como tratarla con antibióticos y fluidos hidratantes.
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